LO DE SIEMPRE
11:32
Recuerdo sus manos recorriendo mi cuerpo, sus besos húmedos en mi boca, y sus incesantes jadeos encima de mí.
No recuerdo nada más. Todo está borroso, como si esa aparte de mi vida hubiera sido borrada o arrancada de raíz.
Recuerdo más besos, recuerdo entrar tomada de la mano y ebria a un hotel barato en alguna zona del centro de una ciudad desconocida para mí. Recuerdo mis jadeos, mi humedad y también recuerdo haber prendido un cigarrillo en el cuarto de baño luego del acto.
Cenas caras, paquetes de cigarrillos acabados, desayunos a la cama, bailes en ropa interior y juegos de mesa. Y más besos, besos diferentes.
Recuerdo la sensación: Recuerdo haber sentido que volaba y que sus manos eran las manos más bonitas del mundo. Del otro su pelo, y del otro... sus ojos.
Sensaciones diferentes, y todas, agradables.
Ahora, son nada. Insignificantes. Irreconocibles.
La vida es una hija de puta.
Te acostumbras a A, a sus manos, a sus lunares y a sus hábitos. Terminas con el corazón roto. Sientes que nunca querrás de nuevo, no de la misma forma. Y luego...
Te acostumbras a B, esta vez vas con cuidado, pero amas ver su maraña de pelo despeinada por la mañana, a tu lado. No te resistes a tocarlo, a entregarte. Acaba. Los pedazos siguen ahí.
C es distinto, dices que esta vez no pasará. Sexo causal, diversión y juegos. Pero sus ojos, sus ojos te miran, te analizan, te absorben. Acaba.
Siempre pensaste que nunca querrías nuevamente, y siempre quisiste (luego) más de la cuenta.
Pero ya no están ahí. Tus suturas están cocidas y el pasado y las sensaciones ahora se sienten tan lejanas, tan irreconocibles, que no puedes evitar pensar:
Seguirá pasando, seguiré amando, seguiré entregándome, seguiré volando, pero ya no con la misma intensidad como aquella vez que tú...
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